viernes, 4 de septiembre de 2015

En las noches frías

Recorté, quemé y tiré todo lo que me recordaba a él. Algunas malas noches desearía no haberlo hecho para poder atormentarme ampliamente con recuerdos materiales. Quisiera sentir aquellos regalos y cómo me aferraba a él.

Momentáneamente cierro los ojos y recuerdo aquella cabeza con falta de cabellos situada entre mis piernas, sus manos aferrándose a mis piernas, la humedad de su boca sobre mi intimidad, estoy ahí recostada, paciente a que termine de saciarse. Siento el aire frío sobre mis piernas desnudas, el calor de sus aliento pero no tengo ése sentimiento maduro al que conduce el acto. Miro la venta, el piano, el techo, su plancha colgante... Que es tan absurda como él. Pero ahí estamos él, ella y yo en un salón vacío con la luz apagada sin ruido alguno, como si se tratase de un sueño.

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